«Norte clásica» 700 m, 60º. Monte Perdido 3 355 msnm, Pirineos

por | Feb 16, 1999 | Sin categoría | 0 Comentarios

Como buen local, casi todos los fines de semana me dejo caer por Sant Benet. La relación con Toni Cugat, el actual guarda del refugio de Sant Benet, es muy buena y pasar aquí los días libres escalando es lo que me apetece. Él está muy motivado con las actividades alpinas y poco a poco va naciendo la idea de hacer la Norte del Monte Perdido. Hacerla de una, ligeros y rápidos. Carles Brascó, que es otro asiduo de la zona, también se va a sumar.

El 15 de febrero de 1999, Toni y Carles me pasan a buscar por mi casa de Lleida, llevo más de 1 año viviendo aquí. Comemos un plato de pasta y nos vamos hacia el Parador del Valle de Pineta. Llegamos sobre las 21.30 horas y cenamos algo en el Bar. Sobre las 23 horas, empezamos la aproximación. Hoy a las 7 de la mañana estaba nadando en la piscina del INEFC cumpliendo con los entrenos que me exige las maestría de natación. Para mí va a ser muy duro.

Después de unas horas, hacemos una parada en el Balcón de Pineta, pero de poco tiempo, lo justo para hidratarnos y comer alguna fruta. Es madrugada y empieza a hacer mucho frío. En 1 hora más, entramos en el corredor que pasa por debajo de la barrera de Seracs.  Aun es de noche, parece que nos hemos equivocado, hay que pasar al corredor paralelo. Escalamos unos resaltes de roca para salir de este, ahora estamos encima del espolón que separa los 2 corredores. Vemos el correcto debajo nuestro, pero hay que saltar. Estamos un rato pensando en cómo hacerlo para no caer en él y resbalar por el precipicio. Mientras tanto, Carles ya ha saltado, la nieve no estaba tan dura. Saltamos el resto y remontamos el corredor a 50º, llegamos al glaciar colgado por encima de los séracs, hay grietas, se empieza a hacer de día.

Empiezo a ver doble, estoy muy cansado, pero allí está Carles esperándome con una mandarina. Seguimos la segunda parte de la ascensión, en ningún momento pensamos en encordarnos, las condiciones son buenas. Encaramos ahora el segundo corredor a 60º, hay un resalte de hielo, Toni va muy adelantado, está muy fuerte. Cada vez que miro hacia arriba me parece que estoy en la primera ascensión, lleva un piolet de madera de la época y lo maneja como ellos. Llegamos a la cima, son las 8 de la mañana, la vista del Cilindro y los Astazous es preciosa, más allá el Vignemale. El ambiente es realmente hivernal, con viento fuerte y frío. Las manos empiezan a pasar su propia factura, ninguno llevamos guantes buenos.

Bajamos por la famosa Escupidera y luego hasta el Collado del Cilindro. Ahora hay que descender hacia la derecha a buscar un punto débil en la muralla rocosa. Los pinchazos en las manos son muy dolorosos, se están descongelando, solo queda llorar para que no duelan tanto. Encontramos unas cuerdas fijas, llegamos al suelo. Retomamos el trayecto de subida. La bajada se nos hace eterna. En total han sido 17 horas de actividad.

Yo aun no tengo carnet y Carles va dormido detrás. Son casi las 5 de la tarde. Toni, conduciendo, nos da un mensaje de descanso, no sé cómo aguanta, no tardo en dormirme. Cuando me despierto, ya estamos otra vez en Lleida, mis amigos siguen su marcha hacia Montserrat. Una vivencia más en un estilo minimalista y rápido. Lo más parecido a un sueño, un recuerdo que se va borrando y se vuelve inexplicable con el paso de los días.

La primera ascensión de la cara norte del monte Perdido fue obra de R. de Monts, C. Passet y F. Salle en 1888. No hay fecha exacta, pero bien hubiera podido ser en verano, cuando, en estos años, las condiciones aun conservaban el carácter glaciar.

 Guille Cuadrado